
Sábado y Domingo: Un fin de semana en el Ruido Fest
En Chicago se encuentra uno de los epicentros latinos de Estados Unidos, cerca de las estaciones de metro Damen y 18th, hay un barrio en el que parece que estás en la Ciudad de México, Bogotá, Puerto Rico, Caracas o cualquier otra metrópoli latinoamericana. Hay paisanos por todos lados, anuncios en español y un olor a deliciosa comida regional. ¿Y cómo olvidar la música? Imperan las rancheras, la banda, un poco de cumbia, alguno que otro bolero tradicional, y por supuesto, el rock.
Por eso le ha ido tan bien al Ruido Fest, y si bien, la asistencia varia dependiendo de las bandas que conforman su cartel, durante los últimos dos años, no ha habido escasez de audiencia. La tercera edición no fue la excepción.
En nuestro primer día en el Ruido Fest vimos a Cultura Profética, Bomba Estéreo, Titán, Desorden Público, Gepe y Adán Jodorowsky, y puedes leer acerca de todo lo que vimos AQUÍ.
Pero a pesar de que el viernes fue un día memorable, el sábado y domingo fueron los días más emocionantes del festival; hubo más gente, y sobre todo, más ruido y pasión por el mismo.
El sábado todo empezó con Las Piñas, un dúo de chicas, acompañadas por un bajista, que toca un garage lo-fi que enamora a pesar de ser sucio. Desgraciadamente en el escenario donde se presentaron no había mucha gente, y aún así, las pocas personas que estaban escuchando parecían disfrutar la música de las argentinas.
Su set terminó con un cover a “Maldito” de Jessy Bulbo, un tema que no estaba en su setlist, pero que decidieron tocar porque la poca gente que las estaba viendo, pidieron otra a gritos.
Siguiendo con el garage y lo-fi desenfrenado, Los Nastys se encargaron de darle el toque frenético al festival. Su set estuvo lleno de gritos, y desplantes catárticos que terminaban en el suelo del escenario, y todo con un sonido disonante que extrañamente sonaba digerible.
El calor era incesante, a tal grado que parecía que nuestra piel se tostaba con cada minuto que estábamos fuera de la sombra. Y al estar de frente al sol, Los Nastys sufrieron de lo mismo, pero ellos lo supieron a aprovechar, y el sudor los ayudó a tocar aún más rápido y pesado.
El lugar de Camilo Séptimo en el festival estaba agendado para el sábado a las 3 de la tarde en el escenario verde, pero un día antes de que el festival empezara, compartieron un video en el que sus miembros contaban que debido a que les habían denegado la visa de trabajo, no se podrían presentar en el Ruido.
En su lugar The Wookies se presentaron en el escenario verde y a pesar de que muchos parecían nunca haberlos escuchado, el festival enloqueció con su música, que ellos mismos describen como una combinación entre electro y techno 100% mexicano.
Hubo saltos, empujones, crowd surfing y un circle pit de baile que no paró durante los 50 minutos que duró el set de los músicos. Inclusive, uno de los Wookies se bajó del escenario, se salto la barda que separaba a la audiencia y empezó a saltar junto con todos los presentes.
La primera vez de los Wookies fue todo un éxito, y el hecho de que hayan tenido que reemplazar a Camilo Séptimo, fue un accidente que benefició tanto a la banda como al festival.
En el escenario azul era turno de El Guincho, y a pesar de que son un gran conjunto con toques psicodélicos y electrónicos, era imposible que obtuvieran la misma respuesta que con The Wookies, y no por su talento, sino porque se tratan de dos géneros muy distintos; uno que evoca más fiesta, y otro un poco más tranquilo, pensado para momentos más relajantes. Pero a pesar de la enorme diferencia que hubo ente ambos artistas, la gente lo disfrutó. Algunos se sentaron en el suelo, otros simplemente se acostaron y disfrutaron del momento. Un breve limbo antes de la destrucción que le seguiría.
La presencia de su Majestad Imperial Silverio se presagió cuando en el escenario verde los stage managers trajeron una mesa y un par de consolas envueltas en plástico anti-agua. Aunado a esto, también se montó una red de protección al escenario, una barrera que no permitiría el paso de ningún objeto que fuera arrogado.
El show de Silverio fue probablemente un highlight de todo el festival, y no tanto por la música de su Majestad, sino por la reacción de la audiencia ante lo que estaba escuchando, y por supuesto, la energía del ente que hacía electrónica con sólo un calzón rojo. “Aviéntenme a su hermana, pinches putos”, gritó a todo pulmón, y en menos tiempo de lo que pudo decir, “aborígenes”, ya había vasos, latas, botellas y todo tipo de parafernalia volando hacía el escenario. Nunca paró.
La gente estaba fascinada y enérgica con las canciones de Silverio, y durante todo su set, la gente no paró de saltar y de gritarle groserías. Tal vez por eso, al final de su set, se subió a la mesa de sus consolas y se quitó la única prenda que tenía puesta en ese momento. Lo olió, lo aventó al público y se fue.
El sol seguía azotando el festival, y para el set de Javiera Mena, el calor llegó a su cenit, pero eso no paró a la gente de ver a la chilena hacer de las suyas con sus sonidos pop y electro que ya son famosos por toda Latinoamérica.
Acompañando a Javiera, dos bailarinas con coreografías muy bien planeadas, estuvieron contorsionando su cuerpo al ritmo de las canciones de la artista, lo que le dio a su show un toque hipnotizante, que no tenía mucho que ver con que las bailarinas estuvieran guapas, sino porque se movían de manera muy extraña.
A mitad de su set, Javiera presentó a Gepe y la acompañó para cantar “Sol de invierno”, una canción que ya cumplió 11 años. Los fanáticos de ambos, se volvieron locos.
La canción colaborativa entre Javiera y Gepe, dio paso a Band of Bitches en el escenario azul, una presentación que empezó algo plana porque la gente ya estaba cansada, pero entre más caía el sol, y las canciones seguían sonando, la gente se fue conectando más y más con la banda. Casi al final de su set, cuando tocaron “Sonido Papocho”, la audiencia empezó a bailar y saltar como si se trata de su último concierto, y todo terminó con gritos de “otra, otra, otra”. Pero era turno de Los Amigos Invisibles en el escenario verde.
Desafortunadamente, ésta fue la última banda que pudimos ver. Nos tuvimos que perder a dos de los headliners, pero por un par de conocidos dentro del festival, nos enteramos de todo lo que pasó; Los Amigos invisibles fueron ovacionados, pero sólo serían los que calentaran motores para uno de los actos más esperados: el 20 aniversario de ¿Dónde jugarán las niñas?
Julieta Venegas emocionó a muchos, y nos dijeron que sus canciones fueron cantadas todo pulmón, pero que Molotov se llevó toda la locura del festival. Canción tras canción, los cuatro integrantes de la banda de Ciudad de México, enloquecían más y más a sus asistentes, hasta que inclusive decidieron subir a uno de los miembros de la audiencia que estaba vestido de Chapulín Colorado.
Así acabó el segundo día del Ruido Fest.
El sábado fue un día lleno de desplantes musicales increíbles, pero los que más nos impactaron fueron los actos electrónicos, y al final, la reacción de los chicanos del barrio de Pilsen ante uno de los álbumes más icónicos de Molotov, y a pesar de que hubo un enorme derroche de energía de parte de la audiencia, y de nosotros, no podíamos perdernos el tercer día del festival, por lo que decidimos llegar temprano.
La primera agrupación que vimos fue Sierra León, una banda del norte de México que tiene un sonido pesado pero accesible, y que a pesar de no tener tanto tiempo de haberse formado, su sonido está tan pulido que parecen llevar décadas.
Desgraciadamente no había mucha gente viéndolos, ya que les tocaba abrir el escenario azul, y después de un día lleno de energía, los asistentes tenían que descansar un poco más de lo habitual. Afortunadamente, los pocos que los vimos, nos sorprendimos por la energía que la agrupación de cinco logra transmitir.
Una vez que terminó Sierra León, era turno de Disco Las Palmeras!, una agrupación española que comparten sonido con Los Nastys, quienes de hecho, estuvieron viéndolos desde a audiencia. Pero por desgracia, a pesar de que parecían disfrutar de tocar en vivo, la banda no se dirigió a la audiencia en ningún momento, más que para saludar y despedirse; muy agradecidos por que los hubieran invitado.
Si bien el sonido de Disco Las Palmeras! evoca destrucción, lo más probable es que la gente se hubiera emocionado más, si la banda hubiera tocado más tarde, o al menos en un lugar con más sombra, ya que una vez más, el sol y el calor hacían de las suyas en el Ruido.
Después de terminar con la agresividad sonora, era turno de Extraperlo de subirse al escenario; “Estamos muy agradecidos con el Ruido Fest por habernos hecho parte de su cartel y estamos muy contentos de que el primer festival en Estados Unidos en el que nos presentamos sea latino”, dijeron los integrantes de la banda.
Sus canciones eran justo lo que la audiencia necesitaba; algo tranquilo que oscilara entre el chill-out y la electrónica, con unos pequeños toques de jazz, y otros de rock.
Por su parte, en el escenario azul el trio de chicas de Ruido Rosa, se preparaban para la distorsión casi sludge de su música. Y a pesar de que las tres parecían tener muchas ganas de tocar en vivo en el festival, la energía no se logró transmitir por completo a la audiencia; al contrario, lo pesado de la música, sólo se sumaba al bochornoso clima, y si bien nunca fue incómodo, no era el mejor momento.
Creemos que a las chicas de Ruido Rosa les fue bastante bien en el after, en donde tocarían en un lugar cerrado, y ante menos gente, lo que seguramente evocó muchísima más energía.
En el escenario verde, Sputnik se presentaría ante más de una decena de chicanos que a pesar de disfrutar de su música, no trasmitieron mucha energía; hubo un par de empujones, alguno que otro salto, pero no hubo mosh-pits, ni tampoco crowdsurfing. Eso sí, los integrantes de la banda gritaban, saltaban y dieron un gran show.
El sol llegó a su punto más molesto y caluroso, y fue entonces cuando Buscabulla se subió al escenario principal del festival. Todos estaban vestidos de blanco y parecían salidos directo de una playa, lo cual iba por completo con el mood de su música.
Después de las primeras canciones, y con un olor imperante a María y Juana, la gente se comenzó a relajar y disfrutar de la presentación de banda neoyorquina, quienes hipnotizaban con sus grandiosos temas de chilwave y pop.
Cuando era turno de Alex Anwandter de subirse al escenario principal, el sol ya estaba pereciendo, por lo que se sentía una energía renovada en el festival. También tiene que ver que muchos estaban esperando al músico chileno con ansias, de hecho, en las primeras filas al escenario,había muchos trasvestis que gritaban el nombre de Alex frenéticamente, y una vez que salió, la gente se volvió loca.
El electro-pop de Alex logró armar una gran fiesta en el festival, y hasta los que estaban con los brazos cruzados viéndolo, por unos momentos comenzaron a bailar, tal vez hipnotizados por el poder en vivo de su música.
Uno de los actos más esperados en el festival era Fobia, o al menos, lo que queda de la agrupación, por lo que cuando fue su turno de subirse al escenario principal, fueron recibidos con una gran ovación.
Sonaron las canciones clásicas de la banda, y todas fueron coreadas a todo pulmón, tanto que a las afueras del festival se podían escuchar los gritos de la gente. Pero el momento sorpresa llegó al final de su set, cuando era turno de que tocaran “Microbito”.
“Muchas gracias a todos los que siguen queriendo ésta canción después de todos estos años”, dijo Leonardo de Lozanne e inmediatamente después, presentó a Alejandro Marcovich, quien los acompañó a tocar la corta canción con su Les Paul.
Antes de que siquiera acabara la memorable colaboración, Mon Laferte ya estaba tocando en el escenario verde. Entre las palabras “quisiera ser un microbito”, sonaban los lamentos de “Tormento”, y cuando volteamos a ver hacia el escenario, ya había centenas de personas viendo a la chilena derramar su alma en el escenario.
El año pasado Mon Laferte iba a tocar en el Ruido, pero por una cosa o por otra, tuvieron que cancelar su presentación, por ello, la cantante pidió perdón y se dedicó a dar un gran show, uno en el que bailó, se bajó del escenario a cantar junto con la audiencia e inclusive tocaron “Si Alguna Vez”, un cover de Selena con toques de ska.
“Muchas gracias Chicago”, dijo Mon para despedirse, y dando besos al aire se fue del escenario para dar paso a Intocable en el escenario principal, pero esa ya es otra historia.